Año: 2019
Editorial: Innisfree
Género: Novela (Ciencia-ficción distópica)
La distopía sensata
Y aquí os presentamos nuestra gran sorpresa y una de las mayores apuestas para este 2019. Traemos en exclusiva lo último del varias veces ganador del premio Ignotus, Guillem López. Tras habernos abrumado en 2018 con El último sueño, el autor castellonense vuelve a la carga con la novela de ciencia ficción distópica, Te encontraré en el horizonte. Y lo hace de la mano de la editorial Innisfree, en un proyecto que ambas partes han coincidido en catalogar como «necesario para los tiempos que vivimos». Vamos con la sinopsis.
Como respuesta al modelo global de corrección política, un movimiento popular irrefrenable condujo al repentino ascenso al poder de partidos democráticos de centro. Desde entonces todo parece funcionar y cada ciudadano se desarrolla al compás de sus virtudes innatas y su lugar natural. Sin embargo, Ángela no es feliz. Incapaz de ubicarse en el mundo, iniciará un viaje que la transformará por completo. Te encontraré en el horizonte es la obra más filosófica de Guillem López, una novela que explora los vínculos entre el poder y la moralidad, el deseo y el amor, la vida y la muerte. Si tienes que encontrarte, busca siempre en el horizonte.
Te encontraré en el horizonte es una novela de ciencia-ficción distópica con un marcado carácter de crítica social, tal y como suele ser la regla en este autor. Sitúa la acción en un país ficticio llamado Añapse que bien podría ser el nuestro, pero en un futuro cercano donde la realidad se ha retorcido. El ascenso político de partidos conservadores y sensatos ha culminado en un sistema jerárquico global que condiciona la atribución de derechos a cuestiones de identidad vinculadas a la raza, el género o la clase social.
En ese contexto, Ángela Rummenigge, la protagonista, abre la novela en pleno proceso de divorcio con su marido, un joven coherente y moderado, afilado a Centrum y comprometido con el devenir de Añapse. A raíz del divorcio, Ángela se desencantando poco a poco, lo que la llevará a cuestionar primero el orden establecido y luego a resistirse al poder. Esto nos sugiere un esquema narrativo similar al del viaje del héroe ya conocido en las obras de literatura fantástica que tanto han influenciado en el trabajo de Guillem López, como El Hobbit, Eragon, o Jurassic Girls.
Estilo convincente y problemas de verosimilitud
La obra parte de un enfoque llamativo y, hasta cierto punto, original. Desarrolla la trama de manera elegante, construyendo un texto adictivo y capaz de generar interés en el lector aunque no quiera. Además, tanto la protagonista como los personajes secundarios tienen un trasfondo rico y tridimensional, cuentan con distintos matices y niveles de profundidad que nos ayudan a meternos en la cabeza de personas sensatas y de centro —muchas de ellas graduadas en la Universidad de La Vida™—. Esto otorga mayor credibilidad al texto y permite que nos sumerjamos en la lectura casi como si lo que se narra nos estuviese ocurriendo a nosotros mismos, en un ejercicio metaliterario sin parangón.
El desarrollo dramático utiliza la estructura clásica de presentación, nudo y desenlace, e introduce los giros argumentales con coherencia. Resulta evidente que hay un enorme trabajo sobre el esqueleto del texto, que sin duda queda reflejado en el producto final: se trata de una obra 100% autoconclusiva en la que nada se deja al azar, aunque el hecho de que la protagonista quede suspendida de un acantilado en la última página tal vez deje abierta la posibilidad de continuaciones. Por el momento no sabemos nada al respecto, aunque nos consta que tanto autor como editorial están encantados de trabajar codo con codo y no se descartan nuevos proyectos.
Ángela abrió el buzón y encontró otro sobre naranja con otra copia del Manifiesto Centrum en su interior. Era el momento de pasar a la acción. Si quería jugar esa partida, debía hacerlo hasta el final. Y tenía que conocer al enemigo. Comenzó a leer. Pese a que entonces formaba ya parte de la Resistencia, las medidas que proponía Centrum le parecieron de lo más sensatas y prudentes: preservar la vida desde la concepción hasta la muerte natural, reivindicar las gestas y hazañas nacionales o proteger la tauromaquia y la caza. Todo aquello tenía lógica, pensó. Tal vez se estaba equivocando de bando.
Quizás el elemento más conflictivo de Te encontraré en el horizonte tenga que ver con el worldbuilding. Pese al mimo y al cuidado con que se desarrollan los hechos, precisamente lo que puede causar mayores problemas al lector es la dificultad para imaginar un mundo como el descrito. En la novela apenas se explica el proceso por el que el auge del conservadurismo desemboca en sistemas políticos tan jerarquizados y, en cualquier caso, las medidas que imponen a la población son demasiado cruentas como para que el lector pueda tomarlas en serio.
Así por ejemplo, en la obra el movimiento feminista no es que esté perseguido, sino que a las mujeres se les impide trabajar o realizar acciones cotidianas como abrir una cuenta corriente o contratar un seguro médico sin contar con la firma de su varón responsable. O, por poner otro ejemplo, las fronteras de los países occidentales cuentan con vallas electrificadas para impedir la entrada de inmigrantes, y los militares destinados a esas zonas tienen autorización para disparar a quienes osen acercarse.
—Cuando la izquierda no tiene argumento dice que somos unos radicales, pero «radical» viene de «raíz», de tener las cosas claras, de ser fiel a tus principios —explicó Cascado.
Ángela le dio un sorbo a su infusión de jengibre y siguió escuchando. No tenía claro si lo que decía su exmarido justificaba loq ue decían las noticias.
—La inmigración se tiene que aportar desde una perspectiva realista, no buenista. La primera cuestión es la seguridad de las fronteras —concluyó.
Quizás la desmesura en la descripción del sistema político que plantea el autor tenga que ver con el auge general de la literatura distópica. Tras la explosión comercial de obras como El cuento de la criada, o la relectura contemporánea de obras como 1984, cada vez hay más autores que optan por ubicar la acción en contextos fuertemente regulados y con un férreo control cultural. En esta carrera hacia delante y en un nicho de mercado sobresaturado, la capacidad de impactar al lector está relacionada con el nivel de opresión que se desarrolle. El problema viene cuando la imaginación del autor supera con creces cualquier vínculo o semejanza que se pudiera establecer con nuestras actuales sociedades, pues precisamente el éxito de la distopía radica en hacernos pensar acerca de nuestra propia vida sociopolítica. Por eso mismo, creo que Guillem López se pasa con la especulación, añade demasiada fantasía para presentarnos un mundo que, simplemente, es imposible de creer.
Y es que el autor sobrepasa los límites de la suspensión de la incredulidad desde la primera página. Por ejemplo —y siento insistir—, no es creíble que en Te encontraré en el horizonte ocurran cosas como que las leyes sobre la violencia de género hayan sido abolidas y sustituidas por leyes acerca de los conflictos intrafamiliares, o que la delincuencia y el machismo se vinculen a la inmigración, o que la reivindicación de los sentimientos nacionales oculte el empobrecimiento global de la población, la corrupción y las políticas abusivas. Yo creo que el electorado se daría cuenta de que los políticos usan la bandera de su país para tapar sus corruptelas o sus discursos vacíos. La gente no es tan tonta, ¿verdad?
Además, tampoco resulta creíble que todo ello tenga lugar con la connivencia o el desinterés de los partidos políticos de izquierda. En la novela, los líderes progresistas parecen más preocupados por mantener el culo pegado al sillón que por plantear una oposición real al movimiento de centro moderado y sensato que representan partidos como Centrum. Por otro lado, en las contadas ocasiones en que aparecen en la narrativa de Te encontraré en el horizonte, se limitan a elaborar discursos acerca de los sentimientos plurinacionales, el activismo de internet o las políticas de identidad. Incluso si aceptáramos la hipótesis de que en nuestro día a día pudieran emerger partidos sensatos como los descritos, resulta del todo inconcebible que a esa emergencia no le respondiera una oposición férrea de radicales de extrema izquierda, que planteasen medidas económicas vinculadas al estado del bienestar y a la protección de todos y cada uno de los ciudadanos.
A vueltas con la moraleja
Por otro lado, Te encontraré en el horizonte no deja claro cual es el posicionamiento del propio Guillem López frente a los acontecimientos que narra. La voz narrativa parece sentirse cómoda con el proyecto sensato y realista de los principales gobernantes, como si en realidad deseara que todo lo que ocurre en el libro fuese llevado a la práctica. Si bien hasta ahora López se había destacado por defender ideas de extrema izquierda, tal vez nos encontremos ante un viraje ideológico hacia políticas de centro más sensatas, sin duda fruto de la madurez, el desarrollo personal del autor, su vida familiar, y la responsabilidad adquirida para con el mundo que le rodea, como ha venido mostrando últimamente en redes sociales.
Con independencia del posible giro ideológico de Guillem López, lo cierto es que Te encontraré en el horizonte plantea profundos interrogantes éticos, a los que cada lector tendrá que enfrentarse por su cuenta. Así, por ejemplo, deja en el aire preguntas acerca de cuál sea la mejor manera de purificar la raza, de reconducir a las mujeres o de explotar las desigualdades sociales y económicas en beneficio de unos pocos. Porque lo que parece evidente es que Te encontraré en el horizonte sitúa la acción en el mejor de los mundos que podría imaginar una persona coherente, moderada y razonable; y desarrolla la trama de acuerdo con las profundas convicciones de un autor sensato y comprometido con nuestro futuro.
En el fondo de su corazón, Ángela sabía que Cascado, Pascal y Riviera habían hecho lo que había que hacer. Era necesario tirar abajo el muro de la corrección política, la memoria histórica y la hipocresía del progresismo. Si no hubieran actuado antes, las políticas antisistema habrían llevado a Añapse a la ruina económica y moral. Alguien tenía que bajar al ruedo y lidiar con el toro bravo del buenismo, el feminismo, las políticas promigratorias y las ideas del bienestar social y la igualdad de oportunidades. Estaba en juego el futuro de Añapse y su identidad nacional. Alguien tenía que decir la verdad, explicarle a los votantes quiénes eran los enemigos y actuar en consecuencia. Y joder que si lo hicieron. Tomaron las decisiones correctas.
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Foto: Mikail Duran. Unsplash.