Año: 2017
Editorial: Autopublicado
Género: Libro de relatos (Realismo mágico)
Evasión con los pies en el suelo
Los días que traemos obras de autores autopublicados son especiales. Estos son el más claro exponente de lo que se podría considerar como literatura independiente, tema sobre el que gira esta revista online. Y si bien no siempre es fácil poder dedicarles todo el espacio que nos gustaría —a veces los libros que nos llegan no están bien editados o tienen serios problemas a nivel narrativo y preferimos no hablar de ellos—, cuando tenemos entre manos alguno que destaca, es una fiesta. Por eso hoy estamos de celebración con Naksatra, de Joseto Romero.
¿En qué piensan las bombillas? ¿Cómo nos abrazaremos en el futuro? ¿En qué consiste el oficio de broncador? ¿Sobre qué pueden hablar una farola y un árbol? ¿Qué planean las corbatas?
Realismo mágico, fantasía urbana, seres translógicos, futuros posibles y juegos intratextuales pueblan esta constelación de cuentos. Naksatra, más allá de una colección de relatos, aporta una sorprendente capa de ficción adicional que implica directamente al lector y que se cuenta a sí misma.
Tal y como la sinopsis ya nos marca, Naksatra es una colección de relatos, aunque también hay unos cuantos microrrelatos de gran valor. De hecho, y por paradójico que resulte, creo que las creaciones de este autor alcanzan mejor desarrollo y profundidad en los textos más reducidos. Y tiene enorme mérito, ya que muchos de ellos son tamaño extra-mini. Son muchos los ejemplos que puedo poner de microrrelato que no alcanza ni la página de extensión —a veces, ni la media página— que tienen la capacidad de atrapar al lector, sumirlo en la fantasía y dejarle con un excelente sabor de boca. En serio, a veces no sé cómo lo hace. ¿Exagero? Tal vez, pero puedo mostrar aquí un corte titulado «Futuro» que creo que refleja a la perfección a lo que me refiero.
Darío escribía, cada noche, la crónica de la jornada en una nueva página de su diario, siempre antes de ir a dormid. El 25 de marzo de 2015 llegó excepcionalmente tarde a casa y tomó el bolígrafo con mucho sueño, tanto que equivocó la fecha y escribió 25 de marzo de 2025.
Diez años después, le volvió a ocurrir.
Y este no es más que un ejemplo. Como puede verse, escenas cotidianas, simpleza y naturalidad con pinceladas de fantasía y sentido del humor. Este aire a realismo mágico impregna todos y cada uno de los relatos y microrrelatos, convirtiendo a Nasaktra en un libro perfecto para evadirnos de la realidad sin tampoco perder la cabeza. No del todo.
Para que la mezcla funcione y los textos sean solventes, Joseto Romero cuenta con varias armas bastante poderosas y especialmente importantes en literatura breve. Una de ellas es el control de los elementos que aparecen en el relato, sobre todo de los tiempos narrativos. Da igual que te esté hablando de bombillas, pájaros, adultos o niños, en Naksatra todo tiene su porqué, todo tiene su evolución, su arco, su giro, su gracia. Sumergirse en estos cuentos es siempre un viaje agradable, una aventura sin riesgo, una experiencia apetecible. Tanto es así que muchas veces el lector se queda con la sensación de querer más, de desear que la historia tuviera mayor desarrollo. En muchos casos así podría ser, pero su autor no lo creyó conveniente. Lástima.
Tras lo aquí expuesto, cualquiera podría pensar que esta obra es conocida y reconocida por el público, o que al menos cuenta con su propia legión de fans. Y qué va, es más bien todo lo contrario. Si incluso en el momento en el que escribo esto, Naksatra solo tiene una valoración en Goodreads ¡y es del propio autor! Es verdad que yo tengo un par de objeciones a esta colección de relatos —que veremos en la siguiente parte—, pero no por ello dejo de ver injusto esta situación. Por sus características y su valor literario, este libro merece una oportunidad. Puede entusiasmar más o menos, eso va a depender del gusto de cada uno, pero es recomendable acercarse a él.
… soy un oso hormiguero. Nací en Argentina, pero me trajeron a esta ciudad de pequeñito. Aunque he pasado toda mi vida en cautividad, aún me mantengo en forma. Mi cuidador es muy bueno y me rasca la barriga cuando me echo la siesta.
—Yo soy una apiradora. Natural de Taiwan, pero me importaron aquí recién fabricada. Aunque ya no estoy en garantía, funciono a plenos mil cuatrocientos vatios. Mi dueña es muy buena y me recoge el cable con mucho cuidado cuando me desenchufa.
El raro arte de la mesura
Por regla general, cuando reseño libros de relatos reservo la parte final para hablar de ellos uno por uno —si es una cantidad manejable—, o al menos a mencionar los más destacados. En el caso de Naksatra es más que complicado hacer esto, ya que, pese a la reducida extensión global de la obra, la cantidad de relatos y microrrelatos es demasiado alta. En principio, no veo que esto tenga que ser un problema, pero en esta colección ocurre que esa magia tan característica, esa forma de narrar, de torcer la realidad, funciona mejor como elemento sorpresa y tiende a peder su maravilloso efecto con la repetición. Es como un mago que, después de haber hecho su truco estrella, no deja de repetir números distintos, pero demasiado parecidos a los demás. Creo que Naksatra peca de repetición, de saturación, de pisarse a sí mismo. Estoy convencido de que hubiera funcionado mejor con la mitad de relatos, habiendo hecho una selección solo con los mejores.
Dejo aquí mencionados algunos de mis favoritos: «Ideas para Lucía», «Ser pájaro», «Linda pituitaria», «Príncipes tomate», «Izlup y Sorbina», «Carnamiau», «Estrella» —para mí el mejor de todos—, «Futuro», «El último comodín», «El señor H.», «Casualidades», «Bestseller» y «Gaspar y Belinda». Son bastantes, pero es que todavía hay muchos más que no menciono. Esto no significa que estén mal, no lo creo así en absoluto, pero van sonando repetitivos, especialmente cuanto más se avanza. Y es que componer un buen libro de relatos requiere el raro de arte de la mesura.
Por otro lado, y siguiendo con el tema de la composición y estructura del libro, veo totalmente innecesaria la parte final donde el autor cuenta el «cómo se hizo» —él lo llama «writing off»— y otras curiosidades de los relatos. Esto está bien en una antología de Borges o Chejov, o si acaso para dentro de unos años cuando Joseto Romero sea un autor reconocido y a estudiar, pero aquí y ahora queda fuera de lugar.
Pero no nos quedemos con lo negativo. Volvamos a lo positivo, que es mucho. Leed este libro. Os encandilará y os sorprenderá.
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Foto: Aaron Burden. Unsplash