Portada y recursos gráficos: Virginia Pérez de la Puente
Año: 2018
Editorial: Cazador de ratas
Género: Novela (fantasía)
Obra perteneciente a la sección oficial de los Premios Guillermo de Baskerville 2019
Leer a Virginia Pérez de la Puente es siempre como reencontrarse con una vieja amiga, y más en mi caso. Tuve la oportunidad de leer un poco de Cántico por un alma cuando comenzó a fraguarse, hace ya muchos años, y en ese momento poco podía imaginar los derroteros que tomarían las vidas de Saeth o Kirael, los dos protagonistas de esta novela. Ha sido un buen reencuentro. Siempre he conectado mucho con los personajes de Virginia y esta vez no ha sido una excepción, aunque también he de confesar que las expectativas me han jugado una mala pasada.
El enemigo del Elegido también ha sido elegido
Fantasía épica. Una profecía. Un Elegido (Anunciado, en este caso). Un Destino. Dicho así, podría sonar todo muy tópico, pero cuando abres un libro de esta autora lo primero que tienes que saber es que nada está dicho todavía: podría acabar siendo todo lo contrario o justo lo que parece, aunque por un camino que no se te habría ocurrido que pudiera existir. Así es de la Puente, le gusta jugar con los lectores. Y con sus personajes.
En esta ocasión conoceremos en primer lugar a Saeth, un joven con un poder infinito que tiene bajo su mando a los ejércitos de casi todo el continente de Eanwa. Sería suyo de no ser por unos cuantos rebeldes escurridizos que llevan diez años intentando evitar su victoria definitiva. La suya y la de su diosa, la Dama Oscura, la deidad que encerró a los Nueve Annuyim hace tres milenios.
Frente a él estará Kirael, el Anunciado, un hombre sin magia ni una suma destreza en la lucha, aunque se defiende, pero sí una férrea fuerza de voluntad. Eso es lo que ha conseguido que en los últimos diez años haya reclutado a una buena horda de jinetes, guerreros y barcos para enfrentarse a los ejércitos de la Dama y, de esa forma, acercarse a su destino: derrotarla y liberar a los Nueve.
La diferencia entre ambos es que el elegido de Ruthnah (la Dama Oscura), el señor de Cralewand, conoce la identidad del Anunciado, pero no al revés. Y, cuando Kirael lo sepa, el mundo entero se volverá boca arriba.
El sentido de lo que está bien y lo que está mal es un invento. Cada uno crea el suyo según le conviene.
Guerras y política
Mientras que la identidad de Kirael se nos va desvelando poco a poco, a Saeth lo conocemos bastante bien desde el principio: orgulloso, malhumorado, temperamental, se enfada con facilidad y las consecuencias pueden ser terribles para quien se encuentre cerca. Eso no lo hace un líder muy apreciado, como imaginaréis.
Esta circunstancia provoca que alguno de sus súbditos no esté muy contento con su liderazgo, como tampoco los sacerdotes de su diosa, con lo que también tendrá que lidiar con un séquito de traiciones en su propia casa. Incluso con las dudas de su fiel comandante, Nydeiss, la única persona que parece ser capaz de hablarle con honestidad a pesar del miedo.
Porque ese es el lazo con el que Saeth tiene subyugado casi todo el continente: el miedo. Y no tardará en volvérsele en contra.
Hasta donde estaba Saeth llegaba su miedo en ondas concéntricas empapadas en sudor frío. Por primera vez que pudiera recordar, el administrador de Cralewand estaba asustado.
Bien.
Aunque a simple vista puede parecer sencillo, de la Puente crea un sistema político complejo. Sí, el señor de Cralewand es quien gobierna todo, pero cada territorio se gobierna de forma independiente gracias a sus margraves, mujeres de carácter muy diverso que buscan lo mejor para su gente (y para ellas mismas). Cada territorio, además, tiene unas características económicas y culturales muy concretas. Algunos incluso están divididos entre los que siguen a Saeth y los que siguen al Anunciado, y eso hace que el continente donde se desarrolla Cántico por un alma sea mucho más difícil de controlar.
El camino a la luz pasa siempre por la oscuridad
Me parece un acierto que la autora haya decidido intercambiar ciertos papeles tradicionales a la hora de plantear este universo. Tanto la Dama como la líder de los Annuyim, Mirei, son entidades femeninas, así que Eanwa es gobernada por mujeres, mientras que los hombres se dedican al aspecto militar (por eso las margraves y sus emiss son mujeres). Bien puede parecer que esto sigue el cliché de «las mujeres tienen el intelecto y los hombres la fuerza», pero durante la novela se muestra todo el tiempo que hay también grandes guerreras, y que no son precisamente una excepción.
Aun así, la historia sigue pecando de ciertos recursos fáciles como el de la mujer en la nevera para que el hombre de turno reaccione. Esto se acusa aún más porque dicha mujer llega a tener punto de vista un par de veces hasta que abusan de ella, y en cierto modo se utiliza este hecho para que el personaje se endurezca. No es que sea incoherente con la historia, al contrario, es que me parece una oportunidad desaprovechada. Las mujeres están en una posición de poder muy aparente. De hecho, se mira mal si quien gobierna es un hombre, pero para todo lo demás la sociedad de Cántico por un alma es eminentemente patriarcal.
Aunque se trata de una novela coral, hay dos puntos de vista a los que se presta mucha más atención: los de Saeth y Kirael. Conseguimos entrar muy pronto en el alma de ambos, de sus miedos y sus deseos, de lo que empuja y frena a cada cual. Sobre todo en el caso del señor de Cralewand, que acaba siendo mucho más complejo de lo que parecía al principio.
No obstante, el trabajo con el resto de personajes sigue siendo muy bueno. Cobran especial interés la comandante Nydeiss y su tóxica obsesión, así como el aparentemente despreocupado Asau, amigo de Kirael y rey de Aceadia. Los personajes secundarios tendrán sus propios secretos y pasado, que los alcanzará en algún momento. Mientras tanto, las subtramas se entrelazan, los deseos y ansias de poder de unos interfieren con los planes de otros, aparecerán nuevos personajes y algunos ya conocidos quedarán atrás. Entre las batallas y el mal genio de Saeth, llegar vivo al final resulta casi un milagro.
Durante la noche nadie podía ver cómo su señor cerraba los puños para no golpear la almena hasta reducirla a gravilla, cómo apretaba los dientes para no gritar su frustración, y las venas de su cuello se hinchaban mientras él luchaba por no dejarse llevar por el impulso de obligar a la tierra a resquebrajarse y engullir cada casa, cada pueblo, cada ciudad, hasta dejar Eanwa convertida en un erial.
Cántico por un alma comienza con un ritmo creciente que dura un centenar de páginas; tiene un tramo similar hacia la mitad y otro hacia el final. Los valles son pausados, más dedicados a la parte política, a las subtramas de secundarios y a profundizar en los personajes principales. Sin embargo, en mi opinión esta parte está un tanto desaprovechada. Hay una profusión de reiteraciones alrededor de los protagonistas, mientras que sobre las margraves se pasa muy por encima y en mi caso no ha conseguido generarme el interés suficiente. Como consecuencia, el ritmo me ha parecido más descompensado. Quizá la novela se habría beneficiado al aligerarse, consiguiendo una lectura más ágil y equilibrada.
Juego con el destino
El juego con los personajes que tanto caracteriza otras novelas de la autora está siempre presente, al igual que con el lector. No faltan esos momentos en que pequeños detalles dan un giro a los acontecimientos al más puro estilo Martin. Y, aunque hacia la mitad ya se puede vislumbrar parte del final, el viaje se sigue disfrutando. De la Puente es especialista en dar cachitos de información poco a poco, sin prisa, para que completemos el puzle incluso antes que los propios personajes, pero no muy pronto.
Hay un juego con el pasado y el presente, incluso con el futuro. El poder del Destino como tema principal, también una pieza central de la obra de la autora. ¿Hasta dónde se puede retorcer? ¿Hasta qué punto está escrito? Tras la lectura queda esta reflexión, que no deja de tener un toque amargo. Creo que este regusto, además, viene dado sobre todo por la personificación del Destino. Aunque las religiones siempre están presentes en las novelas de Virginia (Cántico por un alma no es una excepción), la contraposición entre Destino y Azar siempre es clave y parece tener más peso que cualquiera de las otras deidades. Como si estas también estuvieran sujetas a las leyes (o arbitrariedades) de la vida mundana. Claro que, precisamente, la humanización de los panteones les da mucho más interés. ¿Qué sería de un buen libro de fantasía épica sin grandes poderes en juego?
Además de este tema central, lo que destaca de Cántico por un alma es, sin duda, cómo evoluciona el personaje de Saeth, cómo se desatan su personalidad y sus miedos, y también esos grises en que se mueven los personajes cuando están a mitad de una guerra o todo en lo que creían se derrumba. Saeth, a fin de cuentas, está mucho más perdido de lo que aparenta y desde el principio dudamos sobre si es el verdadero villano de esta historia.
Aun siendo agridulce, el final deja con un buen sabor de boca. Acabas con la sensación de que todo está en su lugar y todas las piezas encajan. De la Puente ha tejido un tapiz bien complejo sin dejar cabos sueltos, pero también sin dar nada masticado. El lector juega un papel fundamental, no es una novela que leer a la ligera. Y eso, dados los tiempos que corren, siempre es de agradecer.