VV. AA.: Ciencia ficción ecuatoriana, Volumen Uno

Año: 2018
Editorial: El Fakir (Ecuador)
Coordinación:
Álvaro Alemán
Género: Antología de relatos (ciencia ficción)

De esta antología, curada y publicada por la Editorial El Fakir, de Quito, vale resaltar por sobre todo el trabajo arqueológico pro-búsqueda de todos aquellos escenarios, textos, referencias, menciones y guiños en general de una serie de autoras y autores que, a su manera, aportaron directa o indirectamente para que en el Ecuador de los siglos XIX y primera década del XX el género, que aún no se había bautizado como tal, tuviera posibilidad de ser. El Volumen 1 de Ciencia Ficción Ecuatoriana está compuesto por una serie de textos que, si bien hoy no podrían leerse bajo la lupa de lo que se considera Ciencia Ficción (CF en adelante), sí pueden abordarse como antecedentes necesarios que significaron avances literarios en un país, que igual a su región, siempre estuvo más cercano al realismo social.

Por qué hablar de Walter Benjamin en una antología de Ciencia Ficción ecuatoriana

Hay antologías de varios tipos y esta, en especial, recuerda a un texto de la escritora Beatriz Sarló sobre el afán coleccionista de Walter Benjamin y de cómo este estableció su particular forma de abordar la filosofía desde los detalles y las referencias que siempre parecían estar sueltas y no tener sentido alguno. Pues bien, Benjamin era un coleccionista; uno que recolectaba citas y frases, signos en general. Con estas desarrollaba ideas y escenarios más generales, aunque siempre incompletos. Es decir, que aunque Benjamin no encontrase la máquina, sí lograba hallar el tornillo que le remitía al obrero y, de esta forma, al escenario de la modernidad, que estaba constituido por obrero, máquina y tornillo. El trabajo editorial de la Editorial EL Fakir remite a Benjamin y en cómo puede armarse una casa, la de la ciencia ficción escrita ecuatoriana en este caso, a partir de tablas, puntillas, puertas y ventanas sueltas.

El trabajo de Álvaro Alemán, editor, prologuista e investigador del libro, concluyó en una labor que si bien no presenta una edición cuyos textos sean directamente pertenecientes al género, sí muestra el crisol y las condiciones literarias que abonaron el escenario para escritoras y escritores futuros. Como si en la América del entonces muchas conquistas sociales, por su imposibilidad política, tomaran la forma de la utopía. Al mismo tiempo, recuperó aquel material, narrativo y poético, que, de alguna u otra manera, implicó una reflexión creativa sobre la ciencia y la tecnología; por lo que podrá observarse que muchos de estos textos tienen inspiraciones claras en hechos y sucesos de la época, tanto científicos, como políticos y literarios. Cabe resaltar, en los sentidos literario y político, que esta es una edición que recupera a una serie de autoras del XIX e inicios del XX, como Zoila Ugarte, Mercedes G. de Moscoso, Isabel Donoso y Ángela Caamaño, cercanas a la CF y que, de acuerdo con lo expresado en la introducción, representaron la forma de la utopía en un medio, que como ya sabemos, siempre estuvo y ha estado liderado por escritores.

Finalmente, los lectores que se acerquen al Volumen 1 de Ciencia Ficción Ecuatoriana de El Fakir encontrarán que esta se encuentra organizada en cuatro subtítulos o categorías. «Viajes Extraordinarios», la primera, presenta dos relatos y un poema, sobre el viaje como lugar para la CF por parte de personajes ecuatorianos y de autores claramente influenciados por Julio Verne. «Invenciones y descubrimientos asombrosos», la segunda, presenta cuatro relatos que tienen en la invención de algún aparato su razón de ser. En este, es de resaltar el relato Los prodigios del doctor Moscorrofio, que presenta el caso de un doctor que descubre mecanismos quirúrgicos para trasplantar órganos de una persona a otra y cuya trama consiste en el cambio de órganos de una mujer, para hacerla más dócil a su marido, lo que podría leerse y contrastar con los postulados de autoras contemporáneas y que hacen parte de esta edición, como las anteriormente nombradas. «Utopías y distopías ecuatoriales» y «Sueños y pesadillas de la ciencia» complementan el libro. La primera como una categoría compuesta por textos escritos por mujeres, no ficticios, pero que aportan a este crisol del que se habla, ya que estos toman la forma de manifiestos en los que las autoras reclaman acceso a la cultura y a la educación como acciones necesarias para el desarrollo científico y el progreso del Ecuador:

Estos escritos se presentan, a primera vista, como documentos puntuales y convencionales en la elaboración de una publicación periódica. Sin embargo, estos documentos se alinean con la CF en tanto observan en el espacio de la literatura, al que incursionan por primera vez las mujeres ecuatorianas de manera colectiva, un lugar utópico, un reducto para la solidaridad de género, un sitio de experimentación tecnológico (la escritura, no nos olvidemos, es una tecnología) y un ámbito de elaboración de una ingeniería social en ciernes.

«Sueños y pesadillas», cuarta y última categoría, presenta otros dos relatos y un poema. Aquí vale resaltar un texto como La Receta, obra considerada como fundacional de la Ciencia Ficción ecuatoriana y el poema Un sueño, de Ángela Caamaño, que describe un viaje onírico a través del apocalipsis del progreso técnico.

Zoila Ugarte vs Doctor Moscorrofio

Si bien se dijo antes que Ciencia Ficción Ecuatoriana Vol 1 resultaba interesante, entre otras cosas, por la mención que hace a autoras ecuatorianas, principalmente del siglo XIX, el interés es mayor cuando los textos de estas se observan con mayor profundidad y en contraste con uno de los relatos que componen la edición y que sirve para establecer un escenario más o menos claro de aquel estado de cosas que escritoras como Zoila Ugarte, Isabel Donoso y Ángela Caamaño reclamaban modificar. Si pudiera escribirse el longline de Los prodigios del doctor Moscorrofio, tendríamos que éste trata de un científico que descubre cómo cambiar órganos, tanto que logra cambiar el corazón fiero y no apto para la vida conyugal de una mujer por el de una esposa «ovejuna» y dócil, todo a petición de su marido. La reflexión es evidente y es claro que la mujer tiene cabida como cuerpo y objeto de manipulación de una ciencia, controlada y ejercida por y para hombres.

En este sentido, el Doctor Moscorrofio podría entenderse como una metáfora del estado de cosas del Ecuador del siglo XIX, sobretodo en temas relacionados al acceso de educación para las mujeres. Zoila Ugarte aporta a este libro con dos textos; siendo el primero un poema titulado ¡Fiat Lux! , que es un viaje a través de la luz, abordada esta desde la física como aquello que nace en el sol y recorre kilómetros para tocar polos, las cimas de los Andes, los mares, las ciudades y que termina en el rostro de la mujer. La luz, concebida bajo los postulados de la ilustración burguesa, es en el poema de Ugarte la inteligencia y el derecho al saber:

Ella hace de los átomos habitación de microbios, enjambre de pequeños mundos.

Alquimista misteriosa, convierte en oro el polvo de la tierra

Luz para la mujer, madre del hombre, institutriz del niño, guía de la humanidad.

Aunque la mención o la relación con la CF no es directa, se observa cómo en la poética de la autora comienzan a tener lugar imágenes que se emparentan con la ciencia y el conocimiento. No puede olvidarse, tampoco, que en las conservadoras repúblicas latinoamericanas del entonces, el acceso de las mujeres a la poesía se daba como una licencia que partía de una pobre reflexión, como aquella de que a la mujer solo se le podía ser dado el campo de las emociones. El acceso a la igualdad de derechos, en este sentido, se convierte en una utopía y la escritura de periódicos, manifiestos y relatos que lo demandaban, la apropiación de la técnica o techné por parte de las demandantes. Otra poeta como Ángela Caamaño expresaba, por ejemplo, los terrores de observar bajo la lupa de la ciencia y el progreso en un poema como Un sueño:

Algo habrá de esa influencia, descreída. Algo tal vez de esa visión magnética.

Tan perspicaz, etérea y atrevida. Que salva muros, tiempos y medida. En su pasmosa inspiración profética.

Que no sé si el caos vi o el mundo mismo. Se desquició a mi vista horrorizada. En su final, tremendo cataclismo, y entre tanto fragor y tanto abismo, ¡Se hundiera en otro caos, en otra nada!

Ambas autoras, por lo tanto, expresan en su poética imágenes alejadas del costumbrismo propio de la literatura de la época. Sin embargo, en el segundo texto de Ugarte que hace parte de la antología, titulado Nuestro Ideal, el reclamo es más directo, ya que expresa una serie de peticiones a los hombres, que podrían resumirse en el derecho de la mujer a educarse, a involucrarse en la ciencia y en la política y a no ser condenada al papel de biberón humano. Reclamo que merece la pena observar aun más, si se observa que fue publicado en la que se considera la primera revista feminista ecuatoriana, como lo fue La Mujer, de 1905. La igualdad como utopía y el feminismo como su ideología subversiva, podría afirmarse, si a la luz de hoy aquellas peticiones de Ugarte no se juzgaran como reclamos que se hacían, de todas formas, bajo el deseo de aceptación por parte de los hombres.

Finalmente, esta forma tan decimonónica de reclamar derechos no debe ocultar el aporte de Ugarte o Caamaño que guarda coincidencia, por ejemplo, con la autora colombiana siglo XIX Soledad Acosta, considerada la autora del primer texto de CF en Colombia y quien, en el relato Bogotá en el año 2000, se imaginó la utopía como una pesadilla en la que las mujeres trabajaban a medio tiempo para educarse en la universidad.

La receta, de Francisco Campos

Esta novela corta de Francisco Campos, considerada como la primera obra como tal del género en Ecuador merece una mención especial. Podría decirse incluso que lo merece porque ella sola expresa muchos de los postulados sobre los que se escribieron los demás textos que componen esta edición de El Fakir. Mismos postulados que son, mal que bien, los que comparten muchas de las obras del mismo tipo escritas en latinoamérica, en años similares; positivismo científico, fe en el progreso técnico y la utopía como el escenario de la vida futura, posible gracias a aquellas castas ilustradas que soñaban con ejecutar en los recovecos de los Andes todo aquello que veían en sus viajes a Europa.

R, un ilustrado del siglo XIX, de 1892, viaja de Guayaquil a Europa para terminar conociendo a un anciano quien le obsequia una receta obtenida de un faquir hindú. Esta es un elixir que le permitirá dormir por cien años hasta despertarse en 1992, para ver y experimentar una Guayaquil futurista, sobre la que se levantan rascacielos de más de 150 metros de altura. La proyección bienintencionada y utópica del autor se expresa claramente en un hecho curioso y absurdo, como aquello de que en la ciudad más de cien mil personas están a la espera de un libro en una de las bibliotecas que hay. Pero Campos no se queda allí, en su Guayaquil futura la ingeniería y la ciencia son aquello que permite que las instituciones tengan un buen funcionamiento, gracias al control que el gobierno asume sobre estas. Toda una trama, finalmente, que hoy día relacionamos más fácilmente con la exposición de una serie de políticas, reformas culturales y económicas promulgadas por la clase intelectual guayaquileña (a la que Campos obviamente pertenecía) que con una narración de aventuras y especulación científica.

Para concluir, Ciencia Ficción Ecuatoriana, Volumen 1, de la Editorial El Fakir, merece ser leída por varias razones, de las cuales, se tomaron algunas para ser enunciadas en el presente texto. Sin embargo, el mayor argumento a favor de su lectura no deja de ser el de abordar y reconocer algo que sigue sin descubrirse del todo, la literatura latinoamericana y, dentro de esta, la CF escrita en el continente.

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Madamemina, CC BY-SA 4.0, via Wikimedia Commons