Título completo: El círculo de las hijas perdidas
Autora: Lindsey Drager
Titulo original: The lost daughter collective
Idioma original: Inglés
Año: 2017
Editorial: Aristas Martínez (2021)
Traducción: Susana Arroyo
Género: Novela corta (gótico/experimental)
Lindsey Drager logra romper los límites entre géneros gracias a El círculo de las hijas perdidas, una novela corta que juega con forma y estilo hasta terminar definiéndose como pura experimentación.
Cada noche, un padre entra en la habitación de su hija para contarle una historia antes de dormir. Es así como esa hija, de cinco años, entra de lleno en el reino de las narraciones. A su vez, un grupo de hombres se reúne en un círculo cada semana para contar la historia de sus hijas ausentes en busca de algún tipo de consuelo. Son padres de niñas muertas o desaparecidas.
Varias historias sobre hijas perdidas
Estamos frente a la obra ganadora del Premio Shirley Jackson a Mejor Novela Corta 2017, un trabajo tan lleno de complejidad y originalidad que no se puede ignorar. Y es que no es nada fácil lo que logra la autora: engancharte en su mundo sin una trama concreta. Lindsey Drager no nos presenta una historia, nos sumerge en muchas pero divididas en dos partes.
En la primera, encontramos la historia de la niña que escucha las narraciones nocturnas de su padre, un académico que nunca abandona su papel de académico. Esta niña perderá un diente y, asustada por el suceso o mas bien aterrorizada por la influencia que las historias de su padre han tenido en ella, decide ocultarlo y mantenerse en silencio para que nadie se de cuenta. También está la historia de esta niña en el futuro, cuando se hace un famosa escultora de hielo. Y entre todo esto se mezclan las historias de las reuniones de unos padres que han perdido a sus hijas y buscan consuelo los unos en los otros.
En la segunda parte nos presenta un mundo que parece ser un universo paralelo. En este universo, esa historia del padre y la hija de la primera mitad se ha convertido en mito. Ahora son los padres los que le cuentan a sus hijas la historia del padre y la hija que perdió un diente y se convirtió en una escultora de hielo. Todo ello intercalado con los capítulos de los pensamientos del padre, el de la primera historia.
Esto, que parece una amalgama sin sentido, que te lleva por el avance de una novela que no sabes bien cómo abordar, termina cerrando sin dejarte la sensación de insatisfacción que preveías al principio. En El círculo de las hijas perdidas nos topamos con un cierre emotivo y donde todo sentido queda resuelto.
Parece complejo y lo es, tenemos dos historias que no sabemos cómo ubicar en el tiempo, se nos hace casi imposible identificar cuál va primero y cuál después. Son dos partes que se retroalimentan, que se reflejan, ¿y entonces cuál es el mito de cuál? Gracias a esta complejidad y a este juego temporal, Lindsey Drager consigue varios niveles de lectura y de sentido, y leer algo así resulta brillante.
…no puede evitar pensar que si bien los padres dan a las niñas por perdidas, tal vez las niñas ven sus ausencias de manera diferente.
El círculo de las hijas perdidas es una novela que no quiere olvidar a sus predecesoras. La autora no duda en introducir referencias a grandes autoras como Mary Shelley, Charlotte Perkins Gilman, las hermanas Brontë, Virgina Woolf, o alusiones a obras como El mago de Oz, Frankenstein, Alicia en el País de las Maravillas o Un cuarto propio.
El resultado es una obra extraña, bañada en la oscuridad pero a la vez cargada de destellos de genialidad. Estamos frente a una obra que parece haberse escrito a sí misma, como si hubiera cobrado vida y tomado el control, así de compleja y sorprendente.
Y además, por si fuera poco, no toca pocos temas. Esta es una historia llena de hijas, de sombras, cuentos y leyendas, de habitaciones que recuerdan a jaulas, de padres entristecidos, de la relación entre padres e hijas, de control, de aprender a cambiar, de identidad sexual y modelos de masculinidad. Y, sobre todo, plantea una gran pregunta, ¿hasta qué punto nos influyen y afectan los cuentos que escuchamos desde pequeños? Es de suponer que preguntas y temas tan complejos exigían una novela a la altura.
El círculo como experimentación
Dice Lindsey Drager que su intención desde el principio era elaborar una estructura que recordara al cuadro Manos dibujando, de M. C. Escher, y lo ha conseguido. Todo el libro recuerda a ese elemento, el círculo, que incluso logra introducir en el título. Círculos físicos y círculos conceptuales: una colectividad circular, un semicírculo de sillas, un semicírculo de dientes, las dos partes de la historia que se unen pero no puedes ordenar una delante de otra.
Todo ello unido a una fusión entre un lenguaje técnico, cerebral, y uno preciosista. En esta obra todos son dos, todo se une.
Su prosa consigue que te sumerjas en el texto y no solo eso porque es más que destacable el gran trabajo de la editorial Aristas Martínez y de la traductora, Susana Arroyo. Gracias a sus notas nos permite entender la complejidad que también incluye la autora utilizando un lenguaje que despliega juegos de sonido y dobles sentidos.
La historia era transmitida a través de símbolos en La Página. Los archivistas dejaban que una idea les rondara por la mente todo lo posible, hasta que llegaba un momento en que se veían sobrepasados por esta como en un brote de fiebre, y entonces la registraban con un código. El libro viajaba a grandes distancias para que aquellos que se hallaban tanto cerca como lejos del archivista pudieran desentrañar el significado al descodificarlo. A eso nos referimos cuando decimos que la gente de antaño leía. El lector era una especie de monstruo, que entraba en la psique de los personajes para devorar el cuento.
El círculo de las hijas perdidas es uno de esos libros que gozan de una relectura mucho más disfrutable. En la primera avanzas como entre la niebla, intentando atisbar dónde estás y cómo es el paisaje que te rodea, hasta que por fin llegas al final y lo descubres. Volver a recorrer ese camino sabiéndolo puede ser mucho más gratificante.
Sí, esta es una obra compleja, no para todo el mundo, no para cualquier momento, pero absolutamente recomendable. Hace que te des cuenta de que lo que tienes en las manos es algo más que un simple libro y que es todo un artefacto. Hace que entiendas por qué está premiada y por qué el término novela puede que no le quede del todo ajustado. Es un trabajo experimental, algo mucho más elaborado, una especie de juego de fichas inconexas que termina sorprendiéndote.