Javier Castañeda de la Torre: Jinetes de la tormenta

Ilustraciones: Mariana Palova (portada)
Año: 2019
Editorial: Cerbero
Género: Novela corta (ciencia ficción)

Obra perteneciente a la sección oficial de los Premios Guillermo de Baskerville 2020

Tengo una noticia que a algunos os va a gustar y a otros no tanto: la nueva novela de Javier Castañeda de la Torre es más accesible que la anterior que publicó con Cerbero, La belleza del uróboros.

En general considero que no soy una lectora fácilmente impresionable con monstruos, violencia o deformidades, aunque sí me pueden afectar ciertos pasajes o motivos de intensidad emocional. Pero es que he descubierto con Castañeda de la Torre un ámbito de lo ominoso, de lo funesto en lo infinito y lo inenarrable que me pone la carne de gallina y me da vértigo; y quiero leer más de eso. Jinetes de la tormenta consigue insuflar esa sensación, aunque no de forma tan brutal ni siendo tan abstruso como su predecesor, que versaba acerca de los viajes en el tiempo.

Anicca, anatta y dukkha

Jinetes de la tormenta cuenta la historia de Yarsa, una niña nepalí oriunda de la aldea de Yak Kharka. Su madre huyó de Beijing para llevar una vida sencilla en el Himalaya, aun siendo siempre considerada ajena a la comunidad; la familia, compuesta de Yarsa, sus padres y su abuelo paterno, vive de la recolección de yarsagumba, un hongo que parasita una oruga y que alcanza precios altísimos por su valor medicinal. Yarsa recibe enseñanzas budistas de su abuelo, que iba para monje, y estudia en la escuela del pueblo vecino, donde conoce al señor James, un cooperante y académico que enseña inglés allí. Sin embargo, en un viaje a China, su vida sufrirá un revés y vivirá experiencias que la marcarán para siempre. Experiencias que solo podrá superar gracias a la axionita que le regala el señor James: un artefacto capaz de contactar con una inteligencia extraterrestre a la que Yarsa bautizará como Gumba, su otra mitad.

La historia de Yarsa no podría haber ocurrido en ninguna otra parte que no fuera Nepal: se convierte en una víctima de violencias de diferentes tipos de confluyen en su trágico devenir —os recomiendo consultar el aviso de contenido que Cerbero incluye al principio de sus libros si creéis que podríais necesitarlo—. Las enseñanzas de su abuelo le ayudan a apaciguar su sufrimiento, que no a comprenderlo ni justificarlo:

«Tres son las características de la existencia», me contaba mi abuelo recordando las enseñanzas que había aprendido en su época de monje: «anatta o la insustancialidad, anicca o la transitoriedad y dukkha o el sufrimiento». Y seguía: «El sufrimiento y el cambio los experimentamos constantemente, y aunque en muchas ocasiones solo los comprendemos de manera superficial, al menos los sentimos. En cambio la ausencia del alma anatta es la única característica de la existencia ante la que somos impenetrables».

Mi abuelo me repetía estas palabras constantemente, eran el centro de su discurso a pesar de que para mí suponían un muro infranqueable. Había crecido bajo su auspicio y aun así era incapaz de desentrañarlas. Se me escapaban como agua entre los dedos.

No comprendía anatta, según mi abuelo, porque me aferraba a la existencia, a mi alma, en vez de fluir. Pero yo no sabía cómo fluir, y cuando le preguntaba, él me contestaba: «Ya lo comprenderás, Yarsa, ya lo comprenderás».

Uno de los dos temas centrales de Jinetes de la tormenta es precisamente este: los tres sellos de la existencia de la religión budista y cómo puede relacionarse con ellos una niña pequeña que ha sido víctima de una infamia indecible. Se reflexiona acerca de los tres conceptos y son importantes para entender el argumento de la novela, pero no se explican, así que es conveniente hacer alguna consulta mientras se lee si uno no está familiarizado con el budismo. Anicca significa que nada es para siempre. Dukkha se refiere al sufrimiento derivado del apego a las cosas que se van por culpa de anicca. Pero anatta ya es harina de otro costal. Anatta es lo que tantos han buscado en horas y horas de meditación, práctica y estudio. Anatta es el desapego, la disolución del yo, la consciencia de que uno mismo tampoco está exento de anicca y por lo tanto tampoco debe tomarse a sí mismo tan en serio. Me gusta pensar que es una especie de serenidad absoluta ante la muerte. Jinetes de la tormenta es, entre otras cosas, la búsqueda de anatta por parte de Yarsa.

Como un perro sin su hueso

Quizá algo os haya llamado la atención de la cita del bloque anterior. Hay una expresión tachada seguida de un término en pali escrito en cursiva. Los que hemos estudiado Filosofía, entre los que nos hallamos el autor y yo, estamos acostumbrados a soltar latinajos y palabros en griego y alemán porque ya nos convencieron de que hay palabras que no tienen una traducción exacta entre dos lenguas, así que es más fácil definir el término y después usarlo tal cual. Es que a veces lo que pasa por su traducción exacta es un tochazo con el que podrías calzar una mesa. Castañeda de la Torre juega con la imposibilidad de la traducción exacta al hablar de los tres sellos de la existencia. Pero también en las conversaciones entre Yarsa y el extraterrestre Gumba.

Yarsa y Gumba de comunican entre ellos por escrito, entendemos que en nepalí, pero Gumba pregunta constantemente por el significado de las palabras, y parece no poder traducir exactamente sus pensamientos, porque escribe cosas como: «Sí. Me nos alimenta agrada da placer gusta, como la canción, nos gustas vosotros, Yarsa». Cuando la comunicación amenaza con volverse imposible, Yarsa hace lo que haría cualquier lingüista que se precie: usar canciones como definiciones ostensivas para expresiones tales como «echar de menos», «nostalgia» y «fin del mundo». No solo Gumba, sino también Yarsa en su narración en primera persona emplea el recurso formal de las palabras tachadas. Y es que el segundo tema central de Jinetes de la tormenta es la comunicación. La posibilidad o imposibilidad de la misma y de admitir a otro en nuestro espacio más íntimo. Si incluso en ese lugar podemos llegar a comprenderlo.

El autor juega con los conceptos seminales de la filosofía del lenguaje sentido y referencia y se los lleva a este contexto de una niña rota comunicándose con un extraterrestre. Y lo grandioso es que no es simplemente un artefacto lúdico: Jinetes de la tormenta consigue la proeza de ser un libro con una carga teórica notable y además, profundamente emotivo. A medida que sabemos más de Gumba, nos importa más su destino y el de Yarsa, no porque haya que descifrar ningún puzle ni hacerse con ningún macguffin, sino porque la historia nos ha calado hasta el corazón.

En conclusión, Jinetes de la tormenta es una novela que emociona, que hace reflexionar y que está escrita con mimo y precisión milimétrica. Para no perdérsela.

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