Rubén Guallar: Nunca fui para ti un hombre, sino un alienígena

Portada Nunca fui. Libros Prohibidos

Año: 2019
Editorial: Orciny Press
Género: Novela corta (ciencia ficción)

Obra perteneciente a la sección oficial de los Premios Guillermo de Baskerville 2019

Pasen, pasen y disfruten de la extrañeza

Aquí estamos, señores y señoras, ante otra orcinada, dicho esto con admiración y respeto. En esta casa ya hemos reseñado muchos libros de esta editorial, pero, oye, que no me canso, tienen algo especial, algo que tiene que ver con la mucha poca vergüenza que destilan y con sus propuestas pelín pasadas de rosca. Personalmente los descubrí cuando me propusieron leer El detective que tenía mariposas en el estómago y ese fue el comienzo de una hermosa y desequilibrada relación. Ahora sé que si quiero una novela que se arrime a lo desquiciado y que lo haga con sello propio tengo el catálogo de Orciny. Por todo lo anterior, en cuanto llegó esta obra al aquelarre de reseñadoras de Libros Prohibidos levanté la mano y la reservé para mí. También me picó la curiosidad su autor, Rubén Guallar, del que ya había leído algo para otra web y del que quería saber por dónde transitaba en la actualidad su voz literaria.

Me centro ya un poco en la obra. El arranque de la novela nos provoca una sensación parecida a cuando tenemos que orinar en un aseo desconocido. «Dónde está el interruptor», nos preguntamos mientras manoteamos la pared. Cuando lo encontramos y conseguimos accionarlo, la luz nos desvela escenas grotescas, realidades deformadas, cosas que no deberían estar donde están. La luz lo confirma, estamos en un relato de género bizarro; solo podemos salir corriendo o entrar a hacer lo que tengamos que hacer, quizás integrarnos y participar en las rarezas que gimen y se desangran a nuestro alrededor. El asombro y el picor de cerebro están asegurados.

Rubén Guallar, Nunca fui. Libros ProhibidosNunca fui para ti… busca nuestro desconcierto. Desde su primera escena rural surrealista y narrada con pulso bello y experimentado quiere sacarnos de las habituales casillas lectoras. Enseguida notamos cómo el estilo personal del narrador nos asalta: aquí hay algo más que simple narración, aquí hay poética, aquí hay que encontrar acomodo para los sentires que se nos despiertan. Y uno se encamina, feliz, dando saltitos, a esa labor, a poner de su parte para sentir, no tanto para entender, lo que tiene delante de sus ojos.

El estilo despojado de Guallar, y su tendencia a condensar significados en imágenes evocadoras y con afán de decir más de lo que aparentan, nos va ayudando a entrar en faena. Esa solidificación y densidad de su prosa nunca degenera en espesura o expresión críptica. Más bien aporta imágenes que narran y nunca caricaturas o deformaciones de sentido. Lo poético, en definitiva, se presenta con fuerza desde el inicio y se acompaña muchas veces de cierto deje sorpresivo.

Y allí contempla admirada cómo de sus tierras emergen cientos de hombres blancos, blanquísimos, como si los estuviera pariendo la tierra.

Pongan sus asientos en posición sexual

Como tema y como fondo, el sexo estará muy presente en nuestro paso por esta novela. Sexo, sexo de todas clases, para todos los gustos. Sí, se folla mucho en esta historia que, sin embargo, no va solo de eso (aquí es cuando confieso que no tengo ni papa de qué trata Nunca fui para ti…, ni falta que me ha hecho para disfrutarla).

Interruptor, Nunca fui. Libros ProhibidosSexo, sigo, sexo a todas horas, fornicio. Uno se queda más tranquilo sabiendo que por ahí hay mercenarios que se dan el lote con chipirones interestelares. Parafilia de muchos, consuelo de obsesos. Pero, si vamos un poco más allá, podremos ver, donde algunos sacerdotes de la moral encorsetada señalarían pecados mortales, una defensa de la diversidad. Amar, follar y compartir vida con quien o con lo que más nos guste. De alguna manera esta novela sobre un mundo que se convulsiona y se retuerce en su propia violencia hace que emerja uno de los afanes más humanos: el ser libres, el dejar de sufrir por haber nacido en el lado no normativo del espectro. Mientras el universo se desmorona enfrascado en una guerra total y crematística, los seres capaces de amar de Nunca fui para ti… luchan por liberarse de leyes opresivas, por salvarse en medio de la ruina. La vida misma, vamos, aunque en escenarios más exóticos.

Con una ambientación difusa y que se construye a impulsos se nos ubica en un universo en guerra. A medida que avanzamos vamos conociendo detalles, pero, como dije arriba, se nos va a pedir que pongamos de nuestra parte para rellenar los saltos de sentido, los agujeros del queso narrativo. El entrono se va desvelando poco a poco, retal a retal, a través de los escarceos de los personajes. Sí que queda bien definido, como elemento central (y fálico) El Obelisco: lugar de vicio y, en apariencia, centro del universo que se nos propone. Sí, es lo que parece, el Obelisco es un grandioso lupanar galáctico.

Nunca fui para ti… parece tratar, en un plano secundario y quizás de forma alegórica, de relaciones personales, de amor, de la necesidad que tenemos de ser queridos a pesar de nuestras rarezas y múltiples defectos. Es cierto que la obra sorprende por su sordidez, tan típica del bizarro, por sus personajes extremos, pero nos acompaña de continuo esta sensación de que se nos está queriendo decir algo más.

Dejo mi simiente en el muerto desertor, sabiendo que los muertos no pueden parir, por lo que nuestros hijos no nacerán. No los tendría con él, la verdad. Sólo contigo. Y tú ya no puedes, salami encerrado en una caja de caudales traída desde Omán.

Lo que callas también cuenta

Sexo, Nunca fui. Libros ProhibidosEn Nunca fui para ti… es muy importante lo que se omite, el leer y poder imaginar lo que sucede entre líneas, entre tiempos, entre lugares. Ante los cambios de foco continuos en lo referente a personajes y por un narrador cambiante —aunque casi siempre en primera persona—, no podemos más que rellenar el tartamudeo, el espacio no hollado en la narración. Sabemos que hay una guerra en curso, notamos la depravación, la tensión; pero tenemos que ir iluminando el campo de batalla y la realidad del mundo que se nos propone.

Así que ya sabéis, no pasa nada por abrir un poco las válvulas. Liberemos tensiones, estas lecturas sin tentáculos en la lengua ayudan a ello. El sufrimiento se parece seamos humanos o dioses, estemos hechos de carne, de gas o de recortes de uñas de dedos gordos. Escuchad al cuerpo, a la intuición que solo quiere ayudar a que habitéis vuestra propia existencia. Sí, hay una batalla que debemos librar, una que tiene que ver con llegar a nuestros deseos, con desprendernos de los que nos son impuestos por la dictadura de lo oportuno. Esta novela es prueba y yesca para esa lucha personal.

Nos vemos en el Obelisco para mirar, solo para mirar. No me seáis depravados.

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Fotos de Марьян Блан y Michael Prewett. Unsplash