Título original: Who Fears Death
Idioma original: Inglés
Año: 2010
Editorial: Crononauta (2019)
Traducción: Carla Bataller Estruch
Género: Novela (Ciencia ficción)
Obra perteneciente a la sección oficial de los Premios Guillermo de Baskerville 2019
Ya he leído y comentado aquí otras dos novelas de Nnedi Okorafor, las dos primeras partes de la saga Binti (Binti y Hogar), publicadas en España por la editorial Crononauta, centrada en «literatura de género con perspectiva de género». Se trata de una autora a la que tengo mucho respeto: me parece que su labor es muy potente y que hace cosas la mar de interesantes, así que tenía ganas de probar su novela de corte más adulto Quien teme a la muerte (¡de 2010!, muy fuerte).
Mundos posapocalípticos con problemáticas del hoy
Quien teme a la muerte se ambienta en un África posapocalíptica que resulta tan ajena en cuanto a entorno que podría ser un mundo fantástico completamente alejado de la Tierra que conocemos. En la zona en la que se narra la historia, se está produciendo un genocidio brutal entre dos razas que poco a poco se acerca a un clímax terrible; y a la protagonista, una mujer hechicera, le toca algo así como salvar el mundo. Ahí es nada. Le toca también, por tanto, embarcarse en una tremenda aventura acompañada de algunas amigas en la que tendrá que enfrentarse a males absolutos, magia oscura y gente corrupta.
Os cuento esta historia a los dos, a ti y a ella. Tiene que conocer a su madre. Tiene que entender. Y tiene que ser valiente. ¿Quién teme a la muerte? Yo no, y ella tampoco lo hará. Teclea rápido, porque así es como hablaré.
Como podéis imaginar, la obra pertenece a la ciencia ficción que coquetea con las aventuras en el entorno posapocalíptico (lo que sería una space opera si aquí estuviéramos en el espacio, vaya). En este sentido, la novela tiene todas las características habituales del viaje del héroe, muy medidas: muchos obstáculos, mucho trabajo en la construcción de los personajes, un elenco de seres contradictorios, etc. Ocurre como ya ocurría con Binti: el argumento, en cuanto a su estructura e historia, no presenta grandes novedades, aunque es una fábula planteada y ejecutada con gran talento y capacidades narrativas. Es en los temas tratados y en los motivos que la autora elige donde Quien teme a la muerte se posiciona como una obra inteligente, distinta y original.
De primeras, una de las cosas que más llama la atención durante la lectura es que se habla de asuntos muy peliagudos como las violaciones como arma de guerra o la mutilación genital femenina; Okorafor explora las terroríficas agresiones a la integridad de la mujer que se producen hoy en algunas zonas del mundo. Esto es, sin lugar a dudas, el tema más importante del libro. Importa más bien poco la trama en sí, aquí hemos venido a hablar de esto y, más adelante, de cómo se estructuran las relaciones entre mujeres y poder. Me parece que Okorafor hace esto con mucho tacto y logra que se naturalice muy bien dentro de la obra. Es cierto que son aspectos complicados (mucho más que los planteados en Binti, más vinculados con el hogar y la identidad cuando una crece) y, si bien se ahonda mucho en ellos y en ocasiones el argumentario de la autora peca de explícito, aparecen retratados con gusto y criterio. Está claro cuál es el mensaje que quiere darse, pero se da con elegancia.
Quién teme a la muerte: nosotras
Saliendo ya del aspecto relativo a los temas tratados, y como ya os he dicho, uno de los puntos más fuertes de la obra de Okorafor —no solo de esta novela, en mi opinión, pero centrémonos— es la «cosmología» que se crea. Se trata de un mundo muy particular, y pese a tratarse de ciencia ficción, la magia que impregna toda la obra hace dudar en ocasiones de hasta qué punto este mundo ficticio es uno como el nuestro y no uno ajeno a nuestras referencias. Lo más similar que se me ocurre es la ciencia ficción japonesa, en la que se produce una unión entre naturaleza y robótica de lo más particular; aquí, lo espiritual y lo científico se entrelaza para dar lugar a una serie de motivos (como la vasta selva) que enriquecen muchísimo la lectura. Creo que si algo capta bien esto que intento decir es esta cita de Ursula K. Le Guin: «Una página de Nnedi Okorafor contiene más imaginación que todo un libro de fantasía épica normalita».
Me quedé tumbada bocarriba, mirando el cielo. Durante un momento, tuve una visión que no podría haber tenido. Yo era mi madre, a ciento cincuenta kilómetros en el oeste, hacía diecisiete años. Esperando a morir. Mi cuerpo, el de ella, era un nudo de dolor.
Otro aspecto a comentar es el estilo de Okorafor. De gran sencillez en la exposición de todos los hechos, en esta novela se nota que hay más conciencia de la magnitud del relato. Contrasta la poca descripción ambiental frente al pequeño barroquismo onírico en las escenas en las que no está muy claro si lo que ocurre es real o no; del mismo modo, hay fragmentos que viran hacia el monólogo de la protagonista que son de lo más interesante. A título personal, he tenido algo de problemas con el estilo de la autora porque, como ya os he dicho, me resulta algo explícito en ocasiones. No creo que argumentalmente a Quien teme a la muerte le sobren escenas ni anécdotas, pero siempre soy firme defensora de que no es necesario que me lo cuentes todo, que no hace falta que las reflexiones se expliciten en voz alta. Está muy bien que tu novela tenga propósitos narrativos, pero no está tan bien pecar de obvia. Sin embargo, no es algo especialmente grave en esta novela; solo molesta en ocasiones muy puntuales.
Como conclusión, me gustaría recalcar que, en cuanto a la temática de la obra, Quien teme a la muerte se plantea como un texto que reflexiona sobre elementos de algunas culturas que merecen y necesitan una reflexión urgente. Como lectura de género con perspectiva de género es un imperdible; como novela de ciencia ficción, es tan solvente como la que más y merece la pena darle una oportunidad, pero, sobre todo, no perder de vista a la autora, como hacemos en Libros Prohibidos. ¡Además, de esta novela va a haber una serie de HBO! Todo son ventajas. Dadle caña.