Obra finalista de los VI Premios Guillermo de Baskerville, categoría de Libro de relatos
Año: 2019
Editorial: Palabaristas Press
Coordinación: Sofía Rhei y Míriam Álvarez
Género: Antología de relatos (ciencia ficción)
Obra perteneciente a la sección oficial de los Premios Guillermo de Baskerville 2019
La iniciativa Alucinadas nació en abril de 2014 de la mano de Cristina Macía y Cristina Jurado, en respuesta a la falta de autoras publicadas en el género de la ciencia ficción. Cinco años después podemos leer los relatos seleccionados por Sofía Rhei y Míriam Álvarez de su quinta convocatoria, todos escritos por mujeres de habla hispana y siguiendo la estela de la pionera Mary W. Shelley, así como rindiendo homenaje a la recientemente desaparecida Ursula K. LeGuin.
Alucinadas V es una antología de diez relatos de ciencia ficción que se encuadran en diferentes subgéneros y temáticas. La antología no se hace en absoluto larga ni pesada de leer y la calidad es alta y regular; cuando la selección de relatos es tan buena como la que nos ocupa, solo queda hablar de gusto personal, así que eso haré. Para que el repaso sea más ameno, voy a dividir los relatos en tres categorías de acuerdo con el tema.
Transpórtame, Scotty
El primer bloque en el que podríamos agrupar los relatos de Alucinadas V sería uno de ciencia ficción más bien dura. La antología se abre con «Helacyton gartleri» de Esther Román —cuya «Kolobok y el zorro» publicamos en esta casa—; el relato trata de la vida en una estación espacial después de que la humanidad abandone la Tierra y toda la biosfera haya quedado reducida exactamente a tres especies. Román combina el desarrollo de los personajes principales y su situación vital con una reflexión acerca de los peligros, tanto biológicos como morales, del desprecio de la biodiversidad. Un relato muy sólido.
«Segunda», de Almudena Carrasco Pazos, retrata una sociedad matriarcal y militarista en la que los altos mandos del ejército tienen derecho a un clon de sí mismas que las sustituya si mueren en combate. Ese clon debe seguirlas a todas partes e imitarlas en todo para poder sustituirlas sin que la diferencia apenas se note. Carrasco Pazos explora el espacio psicológico que habita una de estas Segundas a la vez que nos pinta el sistema en el que vive. Encuentro que es un relato muy bien escrito, aunque no especialmente emocionante, y parece más bien el planteamiento inicial de una narración más larga, cosa que por gusto personal no suelo apreciar en un cuento.
«El vuelo frío» de Beatriz Schleich comienza con una evocación del cataclismo ecológico que asoló la Tierra y después se centra en el viaje interplanetario de un hombre perdidamente enamorado para llevar los restos de su amada muerta hasta una clínica genética para que sea reconstruida y poder continuar su vida juntos. En general me parece que la idea del relato es buena, pero no estoy segura de haber entendido la ejecución: el personaje masculino principal me resulta bastante antipático y grimoso y eso hace que, para mí, el efecto trágico se pierda.
«Cuatro letras» de María Angulo Ardoy es mi relato favorito de esta sección: se trata de un tecnothriller genético de ritmo trepidante y factura impecable. Inmaculada es una cirujana que tiene ciertas sospechas acerca de la muerte de uno de sus pacientes de autoimplante; sin embargo, la empresa que posee la patente sobre el cultivo de órganos ejerce un control tan férreo sobre su propiedad intelectual que Inmaculada ha llegado a un callejón sin salida en su investigación. Por eso, decide buscar la ayuda de Elías, un antiguo compañero que ha abrazado la fe tetragramatoniana: un culto cristiano que cree que en el ADN no codificante se esconde un mensaje divino que deben descifrar. Altamente recomendable.
Lágrimas en la lluvia
La segunda sección que podríamos distinguir en cuanto a temática sería una de ciencia ficción más antropológica o humanística. Podemos leer en esta temática «Merma» de Elaine Vilar Madruga —cuyo relato en la antología América Fantástica destacó recientemente Javier Miró—. Monique ha comprado una réplica robótica de Frida Kahlo, pero no es lo que ella esperaba: no quiere pintar y se la pasa sollozando por sus dolores, su marido y los hijos que nunca pudo tener. Opino que se trata de una reflexión interesantísima acerca de las dinámicas de poder en las relaciones personales, especialmente cuando hay problemas de salud mental de por medio. Muy destacable.
«Tragar la tierra» de Verónica Pazos es una delicia extrañísima en la que cuesta un poco entrar, pero que se disfruta hasta el final. Narra en primera persona las vicisitudes de una joven que ha sido elegida para pilotar un gólem en una guerra contra los enemigos de su pueblo. A la ambientación de mecha combinada con mitología hebrea se le une la creación constante por parte de Pazos de imágenes y símiles extraños o contradictorios, lo que contribuye a la sensación de alienación e irrealidad del relato:
El dolor del brazo apenas se siente ya. Resulta tan leve como una molestia en los párpados durante los días de sol. La piel quemada llega desde los dedos hasta el codo, pero permanece varada en el pliegue como la sombra roja que, imagino, proyectará tu piel puesta a contraluz porque se te ruborizan las mejillas cuando te giras para que no te vea. Mi piel solo está quemada, pero podría haber sido peor, porque a mi gólem la puñalada le arrancó el antebrazo. A mí el dolor solo me llegó en forma de abrasión como llegan las marcas de nacimiento o los besos tras la carne sin cocinar.
—Fuiste tú —acuso.
«Modulación» de Andrea Prieto Pérez se inscribe dentro de la tradición de la distopía más clásica, en la categoría de «sueño positivista que en algún momento se convirtió en pesadilla». Hyeon vive en una sociedad completamente organizada y regulada: recibe exactamente el alimento que necesita y nada más; en su agenda diaria se incluyen los tramos de escaleras que debe subir y bajar para conservar la salud. Es un mundo en el que todo el mundo hace lo que debe, pero en el que no es en absoluto importante lo que nadie quiera. Hasta que en la vida de Hyeon entra alguien que tiene muy claro lo que quiere y cómo conseguirlo. Atención al uso ingenioso del narrador en segunda persona.
Por último tenemos «El telar nuevo de Filomela» de Carmen Romero Lorenzo, que trata de una réplica robótica, esta vez del personaje de la tradición oral clásica tomada de Las Metamorfosis de Ovidio. Si bien es un relato que está escrito con gran competencia, se ha escrito tantísimo de mitología clásica desde tantísimos puntos de vista que es muy difícil decir algo nuevo y relevante hoy en día.
¡Pues dispara tú también, idiota!
Por último, tenemos dos relatos humorísticos en la antología. El primero de ellos es «Ataraxia 1.0» de Mercè Homar Mas, una desenfadada aventura de space opera protagonizada por la más temible contrabandista intergaláctica que ha habido o habrá jamás, Fionna Payne. Ella y su tripulación multiétnica deben decidir qué hacer cuando descubren un polizón levantisco en sus bodegas, que a su vez quiere hacerse con el Liber Somnia que hay a bordo de la Ataraxia para ayudar a su causa. Y lo cierto es que la tripulación de la nave está muy lejos de la serenidad de ánimo propuesta por los filósofos helenísticos: se trata de un relato rápido como el rayo, con una caracterización y sentido del humor que remiten al manganime (le perjudica encontrarse justo después de «Merma» porque el cambio de tono no puede ser más brusco). Si bien la ausencia de presentación de los personajes y su final indican que se trata de una parte de un todo más extenso, lo cierto es que dan ganas de leer más aventuras de los tripulantes de la Ataraxia.
El relato que cierra la antología y ganador del certamen se titula «Extraordinaria Ignorancia» y su autora es Núria Solanellas Juncosa. Con el estilo jocoso al que nos tiene acostumbrados, Solanellas Juncosa narra las peripecias de Nambia Summers, una mujer a bordo del crucero espacial Extraordinaria Ignorancia VI, en el que todos los tripulantes han embarcado con su pareja y deben tomar el fármaco preventivo Parasiempre® con el fin de evitar dramas y reyertas a bordo. Nambia se topa un día con Bonton Lemon, un ser capaz de cambiar su consistencia del estado sólido al estado vómito con tropezones, que ha dejado de tomar las pastillas y ya no encuentra a su novia tan adorable como al principio. Y debe tener cuidado, porque el precio de dejar de tomar Parasiempre® durante el trayecto es que te abandonen en la siguiente estación de servicio.
En resumen, si disfrutáis de las antologías de relatos, Alucinadas V está a la altura en cuanto a calidad y variedad y es una opción muy recomendable.
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Foto de User:Schutz. Vidriera diseñada por Maria McClafferty e instalada entre 1992 y 1993. CC BY-SA 2.5, Link
Foto de OSCAR AGUILAR en Unsplash