Obra finalista de los Premios Guillermo de Baskerville 2017
Año: 2017
Editorial: Cerbero
Género: Ciencia ficción
Valoración: Recomendable
El peor de los mundos posibles
CloroFilia pertenece a la segunda tanda de publicaciones de ciencia ficción de la editorial Cerbero. Esta editorial, centrada en la publicación de obras de ciencia ficción, fantasía y terror, editó una novela de la que ya se ha hablado en esta web: Yabarí, de Lola Robles. Como veis, poco a poco nos vamos haciendo eco de su catálogo, y debo decir que con muy buenos resultados.
Es curiosa esta novela corta. Y, sobre todo, difícil hablar de ella, porque, pese a tener una trama muy marcada, es extraña, y contar de qué va, más aún. Pero lo intentaré. En un contexto post-catástrofe de algún tipo (todo apunta a que ha sido de tipo «natural forzada por nosotros»), con una atmósfera casi irrespirable y fuertes vientos que no permiten la vida en la superficie, un último reducto de humanos subsiste. Es en este reducto, el Claustro, donde se desarrolla toda la historia y donde conocemos a Kirmen, alguien distinto del resto de humanos. La pregunta en torno a la cual gira esta obra es: ¿qué (y por qué) es Kirmen? (¿Y qué es CloroFilia?)
He de decir que me ha sorprendido gratamente. Ya había leído a Jurado en Cuentos desde el otro lado —de hecho, compré este libro por esa razón—, pero son obras muy diferentes entre sí. Aquel cuento era más tirando al terror introspectivo, mientras que esto es ciencia ficción (con tintes ecologistas) como una catedral. Reconozco que no me llamaba demasiado la atención el contexto inicial algo apocalíptico —no es uno de mis géneros predilectos en la ciencia ficción—, pero CloroFilia en seguida se denota como algo diferente. No creo estar columpiándome al decir que contextos apocalípticos hemos visto muchos, pero lo cierto es que esto se asemeja más a La carretera, por su foco en los personajes, que a otras obras en las que el momento catastrófico es lo nuclear (no pun intended).
Por este motivo, pienso que la situación inicial es lo de menos. Lo que importa es la forma en que la autora se centra en su protagonista para narrar todo: desde lo que él es y sabe (lo que me parece magnífico), a lo que se erige a partir de este pretexto (lo verdaderamente interesante). La novela va, pues, de menos a más. Comienza tratándose de una historia muy peculiar, algo confusa en ocasiones y que no se sabe muy bien por dónde va a tirar, pero el final es una auténtica joya. El último capítulo está tan bien narrado y presenta unas imágenes tan interesantes que podría ser utilizado para crear un corto de aquellos que salían en las cintas de Fantasía. No sé si se trataba de la intención de la autora, pero toda la trama lleva a una opción interesantísima para describir a un personaje y para jugar con las palabras, juego este que se produce a lo largo del quinto capítulo y que es estupendo.
El futuro, a base de recuerdos
Me gusta mucho, como habréis adivinado ya, la forma de escribir de la autora. Era lo que me resultaba más atrayente y en lo que más suelo fijarme. He de reconocer que su magnífica forma de describir y de narrar no se desvela demasiado en CloroFilia, pues se centra más en mostrar a sus personajes en distintos momentos y en concentrar toda una historia en una novela muy breve, pero sigue habiendo fragmentos muy interesantes que denotan una selección de elementos magnífica.
La escena comenzaba a deshilacharse, como si los tonos se hubieran saturado con un sol que solo se intuía. Ya no había ni Jay ni Jana, solo un lloro colectivo que empapaba una última imagen de paños colgados para secar, con manchas marrones que nunca acababan de desaparecer, hileras que se perdían por los bordes de la escena y conseguían desenfocarla.
Sobre todo me gusta porque tiene elementos muy sorprendentes, casi sinestésicos; lo destacable en su escritura no es tanto su forma de narrar, sino el modo en que describe las cosas, algo que en esta novela se aprecia aunque sutilmente. Aun así, por ser una novela tan corta, ya os digo que se centra en lo que es la trama. De hecho, la mayor parte de la historia se da en un solo lugar y entre dos personajes que dialogan entre sí; conocemos toda la historia a partir de recuerdos inconexos de conversaciones y momentos y que bien podrían no ser reales (me gustan los narradores no fiables, y Kirmen es uno de ellos, desde luego: nada nos dice que no podamos confiar en él, pero hay un deje de irrealidad constante que me ha chiflado).
Hablando de esta trama, he de comentar también que andaba con un poco de miedo ante esto. Soy una gran adepta a la novela corta, pero suelo moverme en términos de narrativa, y tenía mis dudas con respecto a la posibilidad real de retratar una trama lo suficientemente compleja en algo tan breve. Sin embargo, me reconozco sorprendida, pues CloroFilia muestra un uso muy inteligente de su espacio. La idea de Jurado, como ya he avanzado, es emplear a Kirmen y utilizarlo de vasija para recibir el mundo poco a poco. Será Kirmen quien canalice todo aquello que el lector necesita conocer para situarse en la trama. De este modo, se asegura que la selección de elementos sea la adecuada y que no resulte abrumador ni demasiado limitado. Una recibe lo justo y necesario para que la naturaleza de la historia siga su curso, y os aseguro que funciona a la perfección.
Tampoco quiero contar demasiado: es, a fin de cuentas, una obra muy corta (140 páginas según la web de la editorial) y tampoco se puede extender una en una crítica inmensa. Creo que es una novela que merece la pena leer sin lugar a dudas y que no me importaría tener en papel (la compré en digital por aquello del espacio). Me uno al ya profuso coro de voces que os insta a echar un ojo a esta editorial, con unos precios excelentes y unas novelas de género que llaman mucho la atención por todo (sinopsis, autoras, portadas). No puedo juzgar la calidad de su edición en papel, pero os lo recomiendo con mucho énfasis.