Endo — Francisco Jota-Pérez

Título completo: Endo
Autor:
Francisco Jota-Pérez
Año:
2019
Editorial: Orciny Press
Género: Novela (fantasía/terror)

Endo es una novela experimental de Francisco Jota-Pérez que busca realizar un endorcismo a la localidad natal del autor.

Obra perteneciente a la sección oficial de los Premios Guillermo de Baskerville 2020

Quizás sea por mi condición de expatriada en una ciudad eterno cruce de caminos que vivo rodeada de otros expatriados desde otros continentes, otras capitales y, a veces, otras comarcas limítrofes con este caldero burbujeante que es Barcelona. Mantenemos una relación de amor-odio con nuestra tierra natal, de la que nos sentimos expulsados por sus expectativas, repudiados por su vitalidad estancada o de la que directamente huimos perseguidos por traumatismos atávicos de los que solo podemos sanar en la distancia. Pues bien, bajo la pátina onírica y las imágenes impactantes, de eso es exactamente de lo que trata Endo, la última novela de Francisco Jota-Pérez.

El espectro de un lugar

Pérez define Endo como un endorcismo, es decir, un introducir un espíritu, un demonio, en este caso en un lugar (lo contrario de un exorcismo, vaya); el objeto del endorcismo es la ciudad natal del autor, Vilanova i la Geltrú, la capital de la comarca del Garraf, al sur de Barcelona. Pérez explica al dar contexto a su obra que, tras las facilidades ofrecidas por el municipio para que se estableciesen las familias, Vilanova vio una explosión demográfica juvenil en los años 90 del pasado siglo, que se condensó en infinidad de proyectos musicales, artísticos y sociales que escaparon a la supervisión de las instituciones y que finalmente fueron aniquilados por la gentrificación y turistificación de la ciudad con el cambio de milenio. Algunos decidieron quedarse y continuar con la vida que les ofrecía Vilanova y otros, como el autor, decidieron marcharse.

Endo. Jafra. Libros-ProhibidosEndo es también un zodíaco: un carrusel de trece personajes engarzados los unos con los otros que no tiene principio ni fin. En él se incluye el niño que desapareció de verdad en Vilanova durante la ejecución del castillo de fuegos artificiales, bautizado como Mario y convertido en un fantasma de Jafra junto al de la niña Melinda; las buscadoras de psicofonías Libia y Carla; Eaqarab el frutero y la dama Guisaltrud, a quien, según los registros históricos, trajeron hasta la comarca para que pudiera aportar un mechón de cabellos sobre el que erigir el castillo de Geltrú. Los trece personajes se ven acosados y acuciados por el desconocido inesperado, un personaje múltiple y unitario, un torturador particular para cada uno de ellos y a la vez un único espíritu que impregna el lugar.

El pueblo abandonado de Jafra aparece en repetidas ocasiones en Endo, como el hogar del fantasma de Mario y el de Melinda, una leyenda real según la cual fue la hija pequeña de un matrimonio austríaco que vivió aislado cerca de Jafra y murió al caer dentro de un pozo, perseguida por su padre enajenado tras la muerte repentina de su madre y sus hermanos.

Dejarse llevar por la marea

Francisco Jota-Pérez describe su obra en general como literatura experimental. Esto no quiere decir tanto que sea un experimento, sino que se experimenta, se vive. Ya en Teratoma nos encontrábamos estas larguísimas oraciones que se retuercen y caracolean, negándose a someterse a forma convencional alguna y saltando de una idea a otra con una lógica onírica. En Endo, el dominio técnico del autor ha aumentado y diría que es más sencilla de seguir, en parte por su estructura, pero no es literariamente más simple. Si uno presta atención a la sintaxis, es de todo punto imposible encontrar un análisis convencional de muchas de las oraciones, pues estas dan comienzo y van metamorfoseando según se desarrollan, saltando de una idea a otra y de una imagen a otra antes de colapsar en un punto y aparte, unidas por yuxtaposiciones que el autor declara inspiradas por el uso de la elipsis en el anime japonés.

Eaqarab huele los dátiles, que son sopor y melaza, huele los pimientos rojos, que son el músculo de la hierba y alfileres dulces clavados con tiento en una corteza amarga, huele las piñas y los nísperos y las ciruelas, que son el cebo de una trampa para avispas, azúcar y levadura y estricnina, toquetea esas últimas, como llamando refuerzos, la panza de una margarita embarazada, el lomo suave de un girasol negro, cara a la sombra; los aguacates, contrachapado y pintura plástica; los apios, el sudor de su padre al volver del taller antes de que instalasen las duchas en el vestuario gracias a las cuales robarles diez minutos a la cola del horario partido —y el sabor se torna secreción febril, suero derramado sobre el linóleo al cambiar la bolsa del gotero que alimenta el disco duro de un ordenador dedicado en exclusiva a generar tablas de cálculo con las correspondencias exactas de afecto paterno filial, el debe y haber de abrazos, reproches, buenas noches y malos genios; ¿dónde va uno a llorar a su padre?

Hemos clasificado Endo como novela porque había que clasificarla como algo; si bien es cierto que incluye personajes, tiempo y lugar, su desarrollo de la trama es poco ortodoxo. No porque no esté ahí, sino porque emerge de tanto en tanto en forma de viñetas y esbozos en medio de un mar de sensaciones, imágenes, ideas, monólogos y diálogos. Otra influencia declarada de Francisco Jota-Pérez es el arte pictórico de vanguardia del siglo XX, en concreto su afán por disolver los contenidos y las formas. En esto, diría que la experiencia de lectura se aproxima a la de la poesía, aunque la estructura general sea de novela. Así que lo único que queda es dejarse llevar, dejarse mecer por la cadencia de las palabras, por la secuencia de imágenes, saborear lo que nos resulta impactante y dejar pasar aquello con lo que no conectamos. En este sentido, la obra de Pérez es eternamente revisitable, ya que en cada momento podemos conectar con unos pasajes o con otros.

En conclusión, Francisco Jota-Pérez es un autor exigente consigo mismo y con sus lectores. Requiere esta suspensión de la búsqueda de estructuras conocidas y este dejarse llevar por el torrente de palabras. Altamente recomendado para los que buscan algo más, un reto, un remedio para el sabor metálico en el velo del paladar.

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Foto de Ivtorov – Own work, CC BY-SA 4.0, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=67465537