Año: 2019
Editorial: Ediciones Vestigio – Colección Albedo, New Weird Latinoamericano
Ilustraciones: Alterlier
Género: Novela (ciencia ficción)
El siguiente es un libro que presenta una de las tantas facetas de Federico Stahl, personaje principal de la obra en proceso del uruguayo Ramiro Sanchiz. Stahl es a la vez el proyecto literario de Sanchiz, un único personaje que, novela tras novela, es alguien diferente, sin dar lugar a continuidades psicológicas o narrativas. En Las Imitaciones, Stahl es una leyenda de rock, construido o influenciado por las vidas del primer Bob Dylan en su etapa folk, Jim Morrison y David Bowie en su versión Ziggy Stardust. Stahl también es uno de los sobrevivientes al holocausto nuclear que devastó al mundo después de la segunda guerra mundial en el presente ucrónico de la novela, o el típico mito que las personas construyen alrededor de los íconos pop o artistas de culto y el medio para conocer la súper computadora LEO 13000, capaz de conectarse con las personas y de difuminar la línea de la realidad; la probabilidad de realidades alternativas mediadas por la ingesta de drogas sintéticas.
En Las Imitaciones llegamos a Stahl, si es que esto es posible, a través de otro personaje (protagonista, sí, pero solo de esta novela) como lo es Valeria; periodista e investigadora musical especializada en la vida y la obra del músico desaparecido y quien inicia un viaje, casi detectivesco, desde Montevideo hasta la Argentina buscando a Federico Stahl, creyendo por momentos que este se encuentra vivo y tomó por el pelo al mundo entero con su muerte. Y en un sentido simple, podríamos quedarnos con esta trama que no incomoda a nadie, pero el libro de Sanchiz es todo menos simple. El autor construye una narración que abre múltiples posibilidades para explicar la vida y obra de Stahl; su misterio, pero también para dudar de si todo lo que vive Valeria en esta búsqueda es real o es solo una ficción construida por un algoritmo que tuvo en cuenta sus deseos como los de muchos otros fanáticos de Stahl; Federico Stahl, incluso, pudo haber sido una invención de LEO 13000.
Nuestra costumbre de ver el viaje como una figura lineal cuyo fin es el punto de llegada nos convierte en lectores que cierran y concluyen la trama conforme el libro llega a sus páginas finales, pero con Las Imitaciones es diferente, el viaje no se cierra conforme Valeria avanza, antes bien, toma una forma más similar a la de un fractal.
Federico Stahl es Bob Dylan, es Jim Morrison y es David Bowie
Federico Stahl es al principio de su carrera un músico folk o, acercándonos más a términos latinoamericanos, es un músico de la canción protesta; un desarrapado de voz chillona y letras poéticas que denuncia injusticias sociales, por lo que nos podemos hacer una imagen de él. Federico Stahl, como Bob Dylan, es un músico traidor del género que se convierte en una estrella de rock decadente. Se transforma en El Escorpión y comienza a vestir pantalones de cuero y comenzamos a creer que Dylan se convirtió en el rey lagarto, en un Jim Morrison de piel pálida y de pómulos sobresalientes en un rostro demacrado por el abuso de las drogas y del licor. Es en medio de esta decadencia que Federico Stahl se transforma por última vez antes de su muerte y se convierte en Omega Zack, un Ziggy Stardust sudaca que ha llegado de otro planeta con un sonido ecléctico y afirmando que él no es él y que nunca cantó con su propia voz porque no sabía hacer eso. Es el imitador por excelencia, el sujeto consciente que sabe que tras el ídolo pop hay un eterno juego de máscaras y desapariciones.
Lo más importante de todo es que Stahl es omnipresente en el mundo de Las Imitaciones, es una influencia en el mundo después del invierno nuclear y su vida parece explicar que la misma vida de los íconos populares sirve es paralela al ascenso y decadencia de la civilización humana. No es que Ramiro Sanchiz lo afirme de esta manera, pero en una entrevista concedida al diario El Espectador de Colombia, en 2019, declara su intención de jugar con el lenguaje y los objetos de la cultura popular para darle el trato que se le suele dar a su contracara, lo que mal llamamos alta cultura:
La «alta cultura» y sus modos de lectura asociados nos ofrecen una manera de «tratar» o «trabajar» la «cultura popular»; me interesa también hacer lo contrario: mover los modos y sistemas de lo pop para leer la «alta cultura».
La vida de Federico Stahl no es nada más que la vida de otros como él. De otros sobre los que se ha levantado el mito de haber fingido su propia muerte para descansar de los seres humanos o burlarse de ellos. Federico Stahl puede estar vivió y los demás muertos y en Las imitaciones es la súper computadora, LEO 13000, quien por momentos nos hace sentir que Federico Stahl nunca existió y que tan solo se trató de un deseo histérico y colectivo; del afán por sintetizar muchos pensamientos y fetiches en el crisol de una estrella de rock. ¿Federico Stahl está vivo o Valeria quiere que esté vivo y, por lo tanto, esto lo hace existir?
Ucronía del cono sur
Uruguay, década de los noventa. Valeria es una niña y ve a su padre llorar frente a la televisión. En la pantalla está Federico Stahl, un músico folk hippie, vestido con un par de pantalones viejos que toca una canción sobre el invierno nuclear nazi que acabó con la vida y las ciudades del hemisferio norte y gran parte del hemisferio sur. Valeria ve que su padre llora al ver a Stahl y en adelante la vida y obra del músico se convierte en eso que le va a dar un trabajo en el Uruguay post apocalíptico en el que le ha tocado nacer y vivir.
La geografía propuesta por Sanchiz remite a un mundo descentralizado de los vectores actuales del mundo, centrados usualmente en occidente y en el hemisferio norte. De esta forma lugares como Australia, Sudáfrica y la Patagonia emergen después de la segunda guerra, del invierno nuclear y de la reconstrucción de la civilización:
El nuevo eje actual del mundo, el nuevo vector por el que habría de reiniciarse el capitalismo y la industria, ahora entre síntesis orgánicas, carne procesada de insectos e ingeniería genética.
El siglo XXI se presenta como un espacio tiempo muy similar al presente, en donde la idolatría de las figuras de la cultura pop es parte de la memoria colectiva. Una línea alternativa de la historia después de la segunda guerra mundial, con un guion diferente, que recuerda otra ucronía, la de El hombre en el castillo escrita por Philip K. Dick, una de las mayores influencias de Sanchiz. Puede hablarse de Las Imitaciones como de un pastiche de la cultura pop nacida del movimiento de los sesenta, la experimentación con las drogas y una narrativa que suelta varios animales en una misma jaula para ver qué tipo de cruces pueden darse, reconstruyendo el devenir de la segunda mitad del siglo XX en lo más sur de Sudamérica.
New Weird latinoamericano
Ediciones Vestigio se encargó de la edición colombiana de Las Imitaciones y dentro de su trabajo de curaduría la editorial la incluyó dentro de una de sus colecciones que lleva por nombre Albedo (las otras tres son Nigredo, Rubedo y Teratoma). En este sentido, Albedo es un lugar abierto para escritores y obras que, en palabras de la editorial, se acerquen o reflexionen sobre el new weird latinoamericano, que se observa aquí como el producto de dos esquinas contrapuestas como la cultura popular anglo y el realismo latinoamericano.
Por supuesto que definir Las Imitaciones como una obra del new weird latino es una conversación más extensa. Sin embargo, en la novela podemos encontrar algunos de los tópicos de los que habla Anne Vandermeer cuando se le pregunta por el new weird y por sus características. El imaginario que propone Sanchiz es también una ficción especulativa y urbana y Valeria es al fin y al cabo un arquetipo de una joven de la contracultura, consumidora de la cultura popular. Aunque esta clasificación editorial el new weird se hace evidente en la segunda parte de Las Imitaciones, sobre todo en aquellos pasajes lovecraftianos en donde se teme a la aparición monstruosa de criaturas dormidas en las ciudades solitarias argentinas, productos del holocausto o de LEO 13000.
Una visión alternativa de un trozo del paisaje de Latinoamérica, que no suele ser el eje desde donde se observan las implicaciones futuras de la tecnología en la aldea global, hace que sigamos un noir que por momentos se convierte en un road y termina en un weird, siguiendo un tipo de transformación como la de Federico Stahl. Las Imitaciones es una novela urbana que estalla en descripciones y largas digresiones que ponen de pésimo humor a los defensores del orden aristotélico. Tiene un comienzo, no se desarrolla linealmente y no sabemos si tiene un final. En este universo, Leonora es lo weird y esa figura casi divina similar a las que suelen aparecer en el imaginario de Philip K. Dick, desfigurando constantemente la realidad, incapaz de comunicarse con el lenguaje simple de los humanos y proponiendo una serie de líneas históricas alternativas que han tomado la ingesta de drogas, los deseos humanos y los datos de los que la han alimentado como insumos ficcionales.