VV. AA.: III Premio Ripley

Varias autoras III Premio Ripley III Premio Ripley

Título completo: III Premio Ripley. Relatos de ciencia ficción y terror
Año: 
2019
Editorial: Triskel Ediciones
Género:
 Antología de relatos (Ciencia ficción y terror)
Coordinadores: Portal del escritor y Triskel ediciones

La apuesta definitiva

La tercera convocatoria de este premio en formato de antología de relatos acaba por todo lo alto con este libro que incluye una autora más de lo normal por la calidad de las obras recibidas. Otra vez un gran número de mujeres que desean participar (248 para ser exactas), un buen jurado que selecciona (Ana Casanova y Sara Terrero de nuestro equipo) y el descubrimiento de autoras poco conocidas que dan el primer paso en sus carreras. Lamentablemente, hemos de despedir a la editorial que tan duro ha trabajado siempre por editar libros al ritmo que lo merecen para que el resultado final sea impecable. Lo bueno es que nos han dejado también el I Premio Ripley de novela de la mano de Veronica Cervilla con Quién cuidará de ti.

Habiendo quedado finalista en la primera antología, participado, leído y disfrutado el II Premio Ripley incluso más, es un honor cerrar el círculo reseñando la tercera entrega. Es la apuesta definitiva por las escritoras por el hecho de ser la última y darnos los datos que queríamos conocer: hay muchísimas escritoras de género dispuestas a que las lean. Y, me aventuro más al decir que lo selectivas que son con el lugar al que confían sus manuscritos es algo a tener muy en cuenta.

El prólogo de cada antología lo hace una escritora de renombre del fandom de género fantástico, y esta vez se ha contado con Lola Robles para ello. Una voz necesaria que nos da un pequeño repaso por el género y valora la antología como introducción para darnos ganas de más. Y lo consigue.

Los trece relatos que componen el III Premio Ripley debían cumplir con introducir como ambientación o mencionar una de las siguientes ciudades: Japón, México, Senegal o Islandia. El conjunto de la obra es homogéneo, quizá demasiado debido al resultado tan sombrío que proyecta. Esto es algo esperable, ya que se trata de un premio en el que se ha valorado la calidad de cada relato de forma individual.

Cada relato seleccionado del III Premio Ripley merece una mención

Varias autoras III Premio Ripley III Premio RipleyPodría hacer una reseña hablando solo de mis relatos favoritos, pero creo que este premio merece que haga una mención a cada uno de ellos. Por mí y por todas mis compañeras.

El relato ganador, «Glaciar», de Marina González nos lleva de «paseo» por Islandia en un futuro en el que no hay futuro por culpa del cambio climático. Además, en un viaje en el que claramente sabemos qué pasa con todas las personas que contactan con las agencias de viaje, aunque la autora no lo diga de forma directa. Y la reivindicación final de eso, lo que se puede mentar y lo que no, es certera. Todo el relato es una sucesión de eventos que va escalando hasta que acaba en rabia. Los colores y la forma de narrar que tiene la autora demuestra potencia comedida y bien utilizada.

El segundo relato, «La semana de la revolución», de Ana Castany es uno de los que más me ha llamado la atención del compendio. Mientras leía no paraban de surgirme preguntas como cada vez que leo ciencia ficción y a la vez no podía evitar querer saltarme frases para anticiparme a lo que estuviese por venir como cuando disfruto del terror. Contiene señoras mayores, mucho metal y, también, sentimentalismo a raudales. De esos relatos en los que es mejor sumergirse sin saber nada, enterándose a la vez que la protagonista.

«Volver a Dakar», de Rosario Cosano Vázquez es un relato durísimo del terror más real que se puede infundir. Un contrato, una niña, una mafia, una balsa, un viaje y un destino terrible en otro país que no debería permitirlo. Ella debe hacer lo que sea por recordar su nombre y, sobre todo, sobrevivir. El tema no puede ser más duro y la sensibilidad con la que se ha tratado es digna de mención. He tenido el corazón en un puño durante todas las páginas.

«Cuando renazca el Alcaudón», de Laura Tejada, vuelve a darnos esa ciencia ficción de horror que tan presente está en nuestras vidas. El futuro se acerca y es negro. Muy negro. Los avances y la modernidad pueden utilizarse para el mal y la ciencia ficción es la encargada de hacer crítica al mostrarnos algo tan verdaderamente posible. Las simulaciones nos hacen torcer la boca, y no es para menos. La autora es capaz de crear imágenes desgarradoramente horribles tan bien perfiladas que nuestra mente sabrá interpretar. Y, lo doloroso, sin embargo, es la indiferencia del final.

«Hija del río», de Aitziber Saldias es un relato con un narrador más emotivo e inmerso en la historia y las imágenes que se describen. La autora se recrea en el dinamismo y lanza al lector de lleno en ella, para que lo viva y sienta el terror, algo que se aprecia. Morir o reiniciarse.

En el III Premio Ripley no podía faltar «¿Dónde está todo el mundo?», de Núria Solanellas, que nos deja ver ciencia ficción espacial de la mano de los auronianos: seres incorpóreos que beben en un bar y charlan sobre la existencia de extraauronianos. Con tal premisa y descripciones alienígenas bien colocadas, la autora nos da el primer relato que da algo de tregua al ambiente sombrío que lleva. La comicidad del cambio de papeles entre humanos y alienígenas es algo que nunca deja de gustar a cualquier amante de la ciencia ficción. No a esta. Destaco de la autora el uso de los diálogos para diferenciar personajes y darles vida.

«No hay más datos», de Elena Suau de Castro nos plantea un relato con un aparato que cambia la vida en el futuro, precisamente, por el exceso de datos. Las posibles preguntas que se puedan tener basándose en él se van resolviendo mientras que la protagonista avanza en su historia personal en la que no quedan más datos. El estilo es directo y la narración bien centrada. Especulación y curiosidad se juntan con un final cerrado. La ciencia ficción que a mí más me gusta y disfruto.

Diversidad de estilos: narradores emotivos, plumas simples y elegantes y descripciones detallistas

«Objetos perdidos en el espacio», de Laura Martín Morales incorpora a dos protagonistas en su dinámica. Es una historia aterradora sobre un viaje espacial, el agua que rodea la escena y la mente y el cambio. A pesar de ocurrir en un mismo espacio, hay dinamismo por el paso del tiempo. Sin duda, cumple en mantener la curiosidad activa a lo largo de las páginas y que el final deje poso.

«Ruth 6», de Virginia Buedo Rodero comienza con el estreno de un programa, en el que la protagonista, Ruth es una de ocho androides idénticas. Ahora solo debe aguantar entre ellas treinta días para que no la descubran como la humana que es. Los relatos de ciencia ficción que incluyen ginoides son siempre de mi interés. Además, se puede contar toda la premisa que no se le resta magia. Lo importante es cómo se sucede todo y, también, como acaba. Con ese golpe final potente.

III Premio Ripley III Premio RipleyOtro relato que causa una ruptura en la homogeneidad que se puede apreciar en el compendio es «Dulzón», de Matt D. McGregor. Intercalando una parte del relato en el presente con otra en el pasado, pasa de unos momentos tiernos en los que dos chicas se conocen a una terrorífica noche. Sin duda, de mis relatos favoritos del III Premio Ripley. Funciona como relato y no le quieres pedir más. Gusta como se describe todo y por qué se cuenta cada pequeño detalle.

El más corto de toda la selección es «Necromancia por sicilio», de Begoña Robledo. Quizá esa longitud lo hace parecer una escena de algo mucho más grande. Sin embargo, lo que está escrito, lo está con bastante sentimiento para ser un relato con un androide entre sus párrafos.

«La legión de los trascendentales», de Deborah Heredia es un colofón de ciencia ficción en todo su esplendor. El espacio, la nanotecnología, los androides, el conocimiento y las notas Iris y Hannsen hacen que esta sea una historia muy grande que ha conseguido hacerse relato. Igualmente, creo que el concepto pide una precuela y otro relato que lo continúe. Engancha. Y una quiere más. Es un cumplido tenerme pidiendo más.

Terminar la antología con «Anulada», de Yaiza Carrasco es todo un acierto. Este relato de especulación feminista ante un aparato implantado para anular la ira según criterios biológicos es necesario. Descubrir con desazón un futuro de estas características es recordarnos lo importantes que son las emociones. Todas. Hasta que las que no nos gustan. O no les gustan a ellos, más bien. Mirar de reojo a cualquier implante es algo que la ciencia ficción debe seguir trabajando para evitar cualquier corrupción.

El III Premio Ripley no es realmente una despedida, es una carta de presentación

A pesar del sentimiento pesado y pesimista que se respira en las múltiples historias que hibidan la ciencia ficción con el terror, siempre se puede mirar el lado positivo. Estas creaciones alertan de problemáticas que no deberían suceder. En cuanto a los relatos de terror, solo podemos argumentar a que todos nos gusta pasarlo un poquito mal leyendo. Si la autora lo consigue es que lo ha hecho divinamente. Algo que no pongo en duda que se ha conseguido.

Al igual que sus anteriores ediciones, el premio ha dejado datos contundentes, ha descubierto perspectivas y afianzado miradas que deben recogerse por escrito. Estas historias necesitaban ser escritas, publicadas y celebradas, tanto de forma individual como colectiva. Porque la existencia de este premio ha conseguido que muchas autoras que jamás habían escrito género lo hagan, que otras que tenían que ser descubiertas hayan sido reconocidas y han ganado oportunidades que, de otra forma, no lo hubiesen sido.

La importancia de reivindicar el terror y la ciencia ficción cuando las obras que más fácilmente entran al mainstream y se convierten en exitosas son de fantasía también es un acierto. Necesitamos más y, a partir de ahora, no dejarán de verse mujeres. Y para cualquiera que quiera llamar al género fantástico un lugar de hombres… solo tiene que leerse las tres antologías, consultar los datos de participación y callarse.

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